Lo que hay que saber sobre Julian Assange y su acuerdo de culpabilidad


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La juventud de Julian Assange transcurrió en un estado de movimiento caótico y perpetuo en la década de 1980 en Australia. Se mudó más de veinte veces, se la pasaba de escuela en escuela y, durante un tiempo, fue empujado a lo que denominaba como un culto new age. Finalmente, se estableció en Melbourne.

Fue ahí donde, a los 16 años, descubrió su vocación: el hackeo. Con el tiempo, se estableció al borde de la disrupción global en una era de oposición a la seguridad nacional y los establecimientos políticos.

Esta semana, Assange, el fundador de WikiLeaks, de 52 años de edad, abordó un avión privado desde Londres para emprender el largo vuelo hacia un juzgado estadounidense en Saipán. Se espera que a primera hora del miércoles se declare culpable de un único cargo de obtención y difusión ilegal de información de seguridad nacional.

Como el Departamento de Justicia de Estados Unidos aceptó los cinco años que ya ha cumplido en la prisión británica de Belmarsh, se espera que Assange sea liberado inmediatamente. Entonces volará de regreso a Australia, según ha declarado su esposa.

Le queda por pagar al menos una deuda más: 520.000 dólares al gobierno australiano por el vuelo privado en el que se fue a casa, que espera recaudar mediante una campaña de financiamiento colectivo.

No se sabe qué hará Assange, quien sufrió ataques de depresión y un pequeño derrame cerebral durante su encarcelamiento.

Pero será libre para moverse, lo que pone fin a un período de confinamiento que duró alrededor de 12 años, primero en el autoexilio, en la embajada de Ecuador en Londres, y más tarde en prisión, tras haber sido imputado en Estados Unidos y detenido por las autoridades británicas.

Tomando en cuenta su historial, es posible que Assange no esté inactivo durante mucho tiempo.

Según su propia versión, al final de su adolescencia era el hacker más consumado de Australia. Aseguraba haber violado miles de sistemas, desde una comisión local de telecomunicaciones hasta servidores del Pentágono, utilizando el seudónimo Mendax, entre otros (cuando era adolescente, adoptó el credo splendide mendax, que en latín significa “espléndido mentiroso”).

Assange ha dicho que su objetivo siempre ha sido compartir públicamente información importante oculta por el gobierno y las grandes empresas, sin afectar los sistemas en los que se infiltraba. A principios de la década de 1990, Assange y un grupo de hackers empezaron a atacar sistemáticamente sistemas gestionados por lo que él definía como “el complejo militar-industrial de EE.UU.”.

En 1994, tuvo su primer roce serio con la ley al ser acusado de 31 cargos de hackear servidores propiedad de Telecom Australia. Assange, que se enfrentaba a 290 años de prisión, cayó en una profunda depresión. Comenzó a deambular sin rumbo por las zonas naturales cerca de Melbourne, y a dormir a la intemperie.

Finalmente se declaró culpable y no fue encarcelado. La experiencia fue dura para él, y reforzó su determinación política de atacar a las instituciones que creía que vulneraban las libertades individuales, incluida la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos.

En 2006, Assange y un grupo de activistas, hackers, programadores y académicos con ideas afines fundaron WikiLeaks con la misión declarada de romper el secretismo que protegía a las poderosas camarillas de la vida privada y pública. Definió su papel como el de un Robin Hood digital, liberando “documentos perseguidos” de su cautiverio en redes informáticas secretas.

En sus primeros años, WikiLeaks colaboró de manera estrecha con importantes organizaciones de noticias revelando detalles de ejecuciones extrajudiciales en Kenia, la represión de disidentes en China, la posible corrupción financiera en Estados Unidos y Perú, y muchos casos más.

El éxito del grupo convirtió a su fundador en una celebridad. Assange era incansable, atrevido y nómada, viajaba de país en país para reclutar voluntarios, cortejaba a posibles filtradores y pregonaba las virtudes de la transparencia institucional extrema.

A principios de la década de 2010, Assange fijó cada vez más su mirada en Estados Unidos, lo que por un lado le valdría la aclamación mundial como guerrero de la libertad de expresión y, por el otro, media década tras las rejas en el Reino Unido.

WikiLeaks llegaría a publicar montones de secretos sobre la actividad militar estadounidense en Irak y Afganistán, así como cables confidenciales compartidos entre diplomáticos. Durante la campaña de 2016, WikiLeaks publicó miles de correos electrónicos robados del Comité Nacional Demócrata, lo que dio lugar a revelaciones que avergonzaron al partido y perjudicaron la campaña de Hillary Clinton.

En ese momento ya estaba huyendo, camino a Londres luego de que las autoridades suecas lo acusaran de agresión sexual. (Assange ha negado los cargos, asegurando que en realidad se trataba de una excusa para intentar extraditarlo a Estados Unidos. El caso fue descartado a finales de 2019).

En 2012, Ecuador concedió asilo a Assange, que se trasladó a un espacio de 30 metros cuadrados en la embajada de este país en Londres.

En 2019, un gran jurado federal imputó a Assange por 18 cargos relacionados con la difusión por parte de WikiLeaks de una amplia gama de documentos de seguridad nacional. Entre ellos se encontraba un conjunto de materiales enviados a la organización por Chelsea Manning, una exanalista de inteligencia del ejército estadounidense que entregó información sobre planificación y operaciones militares casi una década antes.

Para ese momento, Assange ya no era bienvenido. Fue detenido por la policía británica y trasladado a Belmarsh, donde permaneció confinado en una celda durante 23 horas al día. Según un relato publicado en The Nation este año, comía solo en una bandeja, rodeado de 232 libros, y solo se le permitía una hora al día para hacer ejercicio en el patio de la prisión.

Al final, la coreografía multinacional que concluyó con su liberación fue a puerta cerrada, en una audiencia secreta sobre la libertad bajo fianza llevada a cabo en Londres el pasado jueves, según informaron funcionarios británicos.

Aunque muchos de sus simpatizantes lamentaron la exigencia de que se declarara culpable de cualquier delito, a juzgar por las imágenes publicadas por su esposa y amigos en redes sociales, Assange parecía aliviado por el hecho de ser libre.

Al menos, vuelve a estar en movimiento.

Glenn Thrush cubre el Departamento de Justicia. Se unió al Times en 2017 después de trabajar para Politico, Newsday, Bloomberg News, The New York Daily News, The Birmingham Post-Herald y City Limits. Más de Glenn Thrush



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